viernes, 1 de septiembre de 2017

Jugando a: Runequest

Vuelvo a dirigir en el colectivo y, viendo la buena acogida que tuvo la primera partida de Runequest, tenía que continuar con ésta. Un resumen previo sería que los personajes, situados en una tranquila aldea cercana a la frontera del Reino Medio, recibieron la noticia de que los habitantes de ésta iban a ser trasladados y que el hermano de uno de ellos había desaparecido. Tenían que encontrarle en dos días o dejarlo allí, pues este era el tiempo que habían dado a la población para prepararse para el viaje. Tras unas cuantas preguntas y búsquedas, llegaron a la conclusión de que había sido raptado por un viajero que había perdido la cordura.
Y así, nuestros personajes emprendieron un viaje de tres meses a pié por todo el reino hasta llegar a la ciudad portuaria de Quinyi.



Allí no encuentran formas de ganarse la vida. Su pueblo está sumido en la indigencia, al llegar a una ciudad extraña cuyas necesidades no pueden resolver porque ya están satisfechas.

En la taberna habitual que frecuentan, una extranjera adinerada de nombre Tsako Chiyeko les propone que encuentren y maten a cuatro esclavos fugados que quieren vengarse de ella (su negocio es vender esclavos, entre otras cosas para las minas). Los personajes dudan un poco, sobre todo porque la recompensa es escasa. Y la misión es de dudosa moralidad. Pero aceptan y comienzan la búsqueda por donde ella les ha indicado: el puerto comercial, buscando a Qi-Yiu Fo, el capitán del Mar Carmesí, un barco comercial que de vez en cuando llena parte de sus bodegas con pasajeros que no quieren responder muchas preguntas.

En el puerto comercial encuentran a Fo en un lupanar, preparándose para zarpar a la mañana siguiente. Como está medio borracho, sonsacarle no es especialmente difícil, y un par de rondas de vino le aflojan la lengua. Recuerda a los cuatro esclavos, y que hablaban de un mercader de telas. Pero no sabe nada más de ellos. Los personajes se marchan no sin que antes el médico aleccione al marino acerca de los problemas del consumo inmoderado de alcohol.
A la salida del local, acercándose ya a la puerta del distrito, son asaltados por los "niños del puerto" (gente normalmente joven que sobreviven robando a quienes entran en esa zona). Parte de los personajes huyen intentando llamar la atención acerca de que les están robando, confiando en que alguien les ayude. Otros plantan cara para descubrir que esos rateros son pobres almas, tan necesitadas de ayuda como ellos mismos.


A la mañana siguiente comienzan la búsqueda del mercader de telas. Tras todo el día preguntando, averiguan su nombre, la localización de su casa, y que ayer cerró más temprano de lo normal tras recibir la visita de dos hombres (lo que es extraño porque al ser avaricioso, solía apurar la hora de apertura y cierre para captar más clientes).
Así que los personajes deciden ir a hacerle una visita al comerciante, descubriendo que la puerta de su casa está abierta, y él muerto en el salón. Dada la necesidad, los personajes deciden vaciar la casa de todas aquellas cosas que el mercader ya no va a necesitar. Y mientras hacen esto, reciben la visita de tres hombres. A uno de ellos lo reconocen como uno de los esclavos fugados, mientras que los otros dos no. Aunque con tensión, consiguen hablar, obteniendo la palabra del grupo (dada por el médico en exclusiva), de que no les atacarán si le llevan con otro de los esclavos.

El médico y sus tres acompañantes llegan a una choza en la que otro de los esclavos les espera. Le narra su historia al médico y le pide ayuda para encontrar a su hermana (la tercera esclava), que ha desaparecido. Interrogado por el médico, le confiesa que ha matado al comerciante de telas, puesto que éste fue quien les vendió, a su hermana y a él, como esclavos, tras sobornar a un funcionario, permitiendo su esclavitud. Y también le jura que no tiene intención de matar a la tratante de esclavos, sino huir de la ciudad y comenzar una nueva vida en otro lugar.
Las cosas se tuercen cuando el médico confiesa que no todos los del grupo están a favor de perdonarles la vida. Es entonces cuando lo echan de casa, viendo que sus compañeros están allí también.
Se produce una discusión entre los personajes acerca de las implicaciones morales de ejecutar a estos esclavos, viendo que el encargo carece de sentido. La discusión tiene lugar en la puerta de la casa.
Al final, el hambre puede más que la ética y deciden prender fuego a la cabaña, para descubrir que los que estaban dentro habían huido.

Después de esto se marchan. De la pobre conversación han obtenido la información de que otro de los esclavos, Nizhi, tiene una casa en los suburbios del norte, justo en la otra punta de la ciudad. Durante el día, atravesar las puertas de la ciudad no es un problema, ni acceder a la parte noble. Pero por la noche, la zona noble no puede ser visitada sin una buena razón, y las puertas de la ciudad se cierran. Para entrar en la zona noble deciden mentir, ya que uno de los personajes es esclavo de una sacerdotisa, y convencen a los guardias con que portan un mensaje de ella para el sacerdote del templo local. Así, son acompañados al templo por un guardia, que les espera en la puerta. Hacen tiempo mientras intentan escapar del templo sin que nadie se dé cuenta (fingiendo orinar contra una tapia mientras buscan la forma de saltar por ella). Al final abandonan el templo y se internan de nuevo en la parte noble.

Esperan a la mañana siguiente y entran en el suburbio. No les cuesta mucho encontrar la casa de Nizhi, donde hallan la pata de un animal extraño. Tiene garras, pero la forma de la pata es muy parecida a un pié. Entonces recuerdan las leyendas acerca de una raza de seres humanoides que conservaban aspectos de los tigres, y recuerdan que en la ciudad hay unas ruinas bastante grandes que se dice que pertenecían a esta raza. Así que abandonan la casa decididos a encontrar una forma de acceder a las ruinas, para ser emboscados por unos amigos de Nizhi, que no saben mucho de él, salvo que no es él mismo desde que volvió.


Tras medio día de búsqueda, encuentran a alguien dispuesto a conducirles a las ruinas. Está prohibido acceder a ellas, así que les cuesta 30 monedas de plata, un dinero que apenas tienen. Pero el guía les lleva por buen camino y les promete no acordarse de nombres, caras ni apariencias, con lo que se gana 10 monedas más.
En las ruinas, descubren a Nizhi y a la última esclava. Al incitarlo al combate, impiden que asesine a ésta. Durante la pelea la chica consigue escapar, pero los personajes descubren que les va a costar bastante acabar con Nizhi. Y, sin embargo, cuando consiguen atraparlo, éste revela que ya no es Nizhi, sino un espíritu que lo posee con la intención de hacer un sacrificio a la deidad a la que está consagrado. Así que llegan al acuerdo de sacrificar a Nizhi a cambio de que el espíritu se pierda o haga lo que los espíritus hacen, pero lejos de ellos.


De esta manera, consiguen el tatuaje de uno de los esclavos y el dinero acordado por uno. Además, le explican Tsako que los demás no van tras ella y que puede descansar tranquila. A la salida ven cómo tres figuras que reconocen se alejan en dirección a la puerta este de la ciudad.

Pero, ¿para qué era ese extraño ritual que exigía la muerte de un ser inteligente?, ¿con qué fuerzas sobrenaturales se han topado?, ¿cuánto tardarán en ser requeridos por esas fuerzas?


Zhao Fa, ladrón (Eriol): La trama se fue poniendo interesante por momentos. Lo que parecía un trabajo "sencillo" se fue complicando de formas que no nos podíamos ni imaginar. ¿Es que un no tan-honrado ladrón y oportunista no se puede ganar la vida? ¿por qué los dioses nos persiguen con tantas ganas? Con ganas de continuar.

Ling Bo, guerrero (Abel): Una aventura muy redonda, con investigación, exploración y combate, todo en su justa medida. Nos costaba tomar decisiones conforme los detalles hacían aparente que no era una situación, pero al final lo que primo fue la perplejidad al descubrir que nada es lo que parecia en primer momento... excepto lo que era exactamente lo que parecía desde el primer momento aunque nosotros nos empeñásemos en lo contrario, lo cual ha añadido a nuestra paranoia XD. moar plz!

Huan Yue Zheng, médico (Carlos): mi personaje se debatia en un duelo moral constante, el tan solo quiere ganarse la vida como medico y le piden hacer de cazarecompensas, cosa que detesta, ademas la nueva ciudad donde vive no le gusta, los valores eticos contra la necesidad de subexistir y la falta de formación para la tarea encomendada, la partida son de esas que estan tan bien estudiadas que da gusto jugarlas.

Lu Jin Kian, sacerdotisa (Esther): Desde el principio no me fié de Tsako, pero mi personaje aceptó a regañadientes el trabajo por los supuestos beneficios, una buena suma y una recomendación no le vienen mal a nadie, la trama se complicó poniendose muy interesante, no exenta de problemas morales a resolver. Si los dioses nos persiguen espero al menos que sean de mi bando, muy buena partida.

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